La frescura de las prendas no depende solo de las telas sino del color, por ello los vestidos blancos o en tonos claros son el gran aliado para el verano, ya que nos ayudan a crear una imagen etérea en esos días soleados. Símbolo de pureza e inocencia, son un reflejo de nula oscuridad que aporta un toque elegante nuestros outfits, y las tendencias indican que reinarán también durante el invierno. Acierta con el blanco mezclando textura y volúmenes, volantes con formas arquitectónicas o piezas crochet. Una prenda fácil de combinar que nos permite jugar con los accesorios.